Los Dorantes: coser y rodar
Sadiq Khan, Isabel II de Inglaterra, los Reyes de España y el cofundador de Mango saludan desde calesas tapizadas por los guarnicioneros Dorantes, en Lebrija. El negocio crece
En el número 64 de la calle Corredera de Lebrija, Sevilla, florece el negocio de la familia Dorantes. El austero edificio bodeguero que en 1817 conservaba vino joven de Jerez expone ahora, sobre paredes empapeladas y suelos cerámicos, productos de la misma añada: los cueros, charoles, borlajes y metales que componen los arneses de las guarniciones antiguas. La mayor parte de las piezas que salen del taller las restauran ocho artesanos locales que hilvanan mientras oyen a Camarón de la Isla; el resto se fabrica al gusto del cliente. El ambiente es muy local pero la vocación de la marca, no.
En 2005 Francisco Dorantes, gerente y fundador de Guarnicionería Dorantes, recibió una llamada que parecía una broma: la Casa Real Española preguntaba al otro lado del teléfono si era capaz de reparar las pecheras y los collerones de los veinte caballos del escuadrón ecuestre y de la colección de Patrimonio Nacional. «Hemos visto trabajos terminados vuestros y nos han gustado», dijeron. Para entonces los Dorantes habían invertido una década en poner en pie una empresa dedicada, sobre todo, a la réplica de piezas antiguas: «Entramos así en la elite del segmento de la restauración, que es lo que de verdad tiene valor», explica.
Unos años después, Francisco Dorantes y Marcos Muñoz Dorantes asistieron al Royal Windsor Horse Show, el encuentro ecuestre que organiza la Reina de Inglaterra anualmente en Londres, para disfrutar mientras se exhibían sus colecciones sobre el lomo de los caballos que guiaban clientes españoles. En el desarrollo de la cita de 2015 conocieron al principal proveedor de la caballerizas reales británicas y acordaron tapizar el asiento de la cómoda berlina desde la que saluda Sadiq Khan, el actual alcalde de Londres, en los actos oficiales: un solemne carruaje que pertenece a Isabel II. El negocio de la restauración de las guarniciones antiguas ha empezado a tirar con fuerza en la última década. Coincidiendo con la caída de la economía muchos empresarios empezaron a abandonar las aficiones más caras y el mercado comenzó a ofrecer reliquias ecuestres a buenos precios.
La restauración se impone a la réplica pero devolver el esplendor a un arnés equino requiere de destreza con la aguja e investigación histórica para conocer el contexto y el proceso químico al que estuvo sometido el material. Los Dorantes escriben todo lo que aprenden del pasado en sus propios libros y cuando están perdidos llaman al Área de Conservación del Museo del Prado: «Tenemos contacto directo con ellos. El equipo nos ayuda a tocar las piezas con criterio porque un error en una guarnición histórica puede ser irreversible. Cuatro ojos ven más que dos», dice Marcos Muñoz, director técnico de Dorantes.
Las riendas más antiguas que han visto los empresarios lebrijanos llegaron en las manos de un coleccionista español, el perfil que conforma el cincuenta por ciento de la clientela, formada por catalanes, madrileños, andaluces y extremeños. Se trata de la guarnición de un caballo del siglo XVIII pero lo cierto es que de aquel carruaje tiraban seis. Los cueros son de piel de reno moscovita y los adornos metálicos fueron sumergidos incandescentes en oro diluido en mercurio, una solución muy tóxica que enfermaba para siempre al artesano que la manipulaba. A este producto y a ese número de caballos solo podían acceder la nobleza y la realeza de aquellas latitudes si se tiene en cuenta que el arnés artesano más básico que fabrican los Dorantes está valorado en 8.250 euros por caballo.
La curtición es un proceso químico que se introduce en occidente a través de culturas antiguas como la arábiga. El fuerte olor a cabra que impregna el zoco de Tánger se suele asociar a materiales de peor calidad pero para Francisco y Marcos lo interesante es precisamente eso, la esencia: «El proceso de curtición de Marruecos es muy puro y natural. La piel sigue oliendo a piel y como es de cabra, huele a cabra», reflexiona Francisco. La materia prima de los arneses ecuestres de España y centroeuropa procede del pellejo de la ternera, el cerdo, el potro e incluso el gato y se somete a un proceso químico homologado con la normativa europea que ha sustituido ingredientes como los excrementos de paloma por otros más sostenibles con el medio ambiente. «La guarnicionería en Europa se ha llevado a la exquisitez, al lujo y la belleza. Nosotros somos conservacionistas que promovemos un oficio muy antiguo que ha dejado un importante legado en Andalucía. Conservamos el patrimonio de maestros como Duarte, que ha sido un guía para mi. Sus materiales son únicos en España y en el mundo».