Bojack, el actor de Netflix que come como caballo y vomita como hombre
La plataforma emitirá la quinta temporada de Bojack Horseman, la serie de animación para adultos protagonizada por un caballo alcohólico y fracasado
Si todavía no lo conocen este es él: Bojack, mitad hombre mitad caballo. Un detalle sin importancia en la vida del actor de una de las series de animación para adultos más populares de Netflix, Bojack Horseman (2014), que ha anunciado la emisión de la quinta temporada.
Bojack es un tipo melancólico aficionado a beber cerveza y whisky, desayunar a base de cereales y frutas y pasear por Hollywood con jerséis cantosos, zapatillas Converse y muy mal humor. Hijo de Beatrice Horseman y de Butterscotch Horseman, este ‘ejemplar’ nacido en los primeros días de enero de hace 54 años humanos y residente en California, donde trabajó como propietario de Restaurant Elephante, alcanzó una popularidad estelar en la década de los 90 como protagonista de la serie Horsin’ Around (Retozando).
Su madre heredó una gran fortuna y su padre era un novelista fracasado de clase obrera que se resentía de la independencia económica de su pareja. El padre era alcohólico y abusaba verbalmente de Bojack en los años de su infancia. A veces, también físicamente. Beatrice, adicta a discutir y a fumar cigarrillos, le recordaba a su hijo lo hermosa que había sido antes de quedar embarazada y las constantes discusiones con Butterscotch eran el ambiente en el que creció el potro para convertirse en un adulto prematuro que se autoaborrece.
Bojack era un niño cuando eclosionó la figura de Secretariat, el legendario caballo de carreras que ganó la Triple Corona en 1973 estableciendo tiempos que no ha superado todavía ningún otro caballo. En la vida de ficción, Bojack quería ser alguien y en 1985 consiguió un papel para la serie que le dio la fama. El problema fue que la fama se instaló en su cabeza de caballo y comenzó a desarrollar un caracter depresivo que encuentra el consuelo en la comedia y la tristeza. En la vaguería de sofá, el tabaco y las borracheras épicas, como había visto en sus padres. «Es un masoquista autocompasivo», describe una ex novia.
Pero Bojack es un buen tío. Noble, generoso y presa del amor. Un día organizó una fiesta en su casa y Todd Chavez, un joven holgazán al que acababa de conocer, se instaló a vivir en ella y se convirtió en el único amigo que poder despreciar con sus insultos. Acumula miedos existenciales que se materializan en cualquier hecho cotidiano. «¡Qué bebé tan mono!», se atreve a comentar Carolyn mientras esperan la señal de un semáforo para cruzar una avenida. «¿Qué? ¿Dónde?». Y Bojack mira el carro que sujeta a su lado una mujer y huye de su novia a la velocidad que puede.
Sus sentimientos hacía la escritora Diane Nguyen a veces también son incontrolables. Bojack piensa que la biógrafa de Secretariat, su héroe, tiene un apellido impronunciable y por eso la odia. Aún así la contrata para que escriba sus memorias después de comprobar que él es incapaz de hacerlo y espera que la obra le devuelva de nuevo al candelero. También la odia porque tiene novio, el Sr. Peanutsbutter, un golden retriever antropomorfo que le parece repugnante y bastante hortera, motivo suficiente para intentar sabotear la boda que planean. Bojack está enamorado de Diane y el hecho de ver a la pareja en alguna fiesta le provoca nauseas que le llevan a vomitar algodón de azúcar rosa por el balcón del apartamento de Los Angeles, un reflejo digestivo imposible para un caballo.
El caballo es en la actualidad un actor fracasado, asaltado con frecuencia por imágenes de su pasado que le hacen recordar las relaciones tóxicas que mantuvo con sus padres y ex amigos. Pero lejos de caer en la debilidad, Bojack finge ante los demás un comportamiento hostil, agrio y narcisista, como tener relaciones sexuales y mastrubarse cuando ve imágenes de sí mismo.