Ejemplar de Astraea rugosa con la orejita de mar publicado en alboranshells.com

Ni orejita de mar ni ojo de mar: este amuleto es una puerta

Biólogos marinos desconocen si la presencia de esta piedra en las playas de Tarifa y Zahara responde al crecimiento o la muerte de la caracola que la produce

Se recolectan en las orillas desde el mar Cantábrico hasta el mar Mediterráneo como piedras semipreciosas que se exponen en joyerías engarzadas en oro y plata, como objetos a los que se les atribuyen poderes mágicos capaces de dar salud y suerte a quien se ornamenta con ellas e incluso se defiende popularmente su uso esotérico por el parecido (poco razonable) con las figuras de la Virgen María y Santa Lucía. Sin embargo, la única función que desempeña la orejita de mar bajo el mar es la de opérculo, la tapadera con la que moluscos univalvos como la autóctona Astraea rugosa (o Bolma rugosa) cierran la concha para protegerse de animales cuatreros.

Astraea rugosa es un invertebrado pardorojizo de unos cinco centímetros de diámetro que vive en los fondos rocosos del litoral gaditano a unas profundidades que alcanzan los 70 metros. A la concha la macizan espiras con espinas que le dan forma de peonza con una abertura que cierra el opérculo calcáreo: anaranjado, brillante y con forma de oreja por fuera y liso y anacarado por dentro, como el interior de la caracola. El molusco abre y cierra la puerta de su caverna cuando tiene hambre de algas y detritos (restos en descomposición), la dieta principal. El resto del tiempo, la caracola está chapada eficazmente.

¿Por qué, entonces, llegan a la playa opérculos de diferentes tamaños y tonalidades? El catedrático de biólogía marina de la Universidad de Sevilla y director del Acuario de Sevilla, José Carlos García Gómez, baraja dos teorías. «La primera posibilidad es que los temporales arrastran hasta la playa los opérculos que son producto del crecimiento del molusco. En este caso, es normal que solo arribe la orejita que ha quedado pequeña y no la concha. La otra variable es la mortalidad. Es decir, que el animal haya muerto y se haya quedado en el fondo, pues la pendiente de la plataforma continental dificulta el arrastre de la concha hasta la orilla. Es sorprendente que se sigan viendo orejitas en la playa y no se vea el resto del individio. Pero son teorías, pues la especie carece de estudios actualizados».

 

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