El directivo Manuel Beltrán saliendo de una calesa en Aachen, donde fue recibido, junto a la Infanta Pilar, por el alcalde alemán con motivo de los Juegos Ecuestres Jerez 2002. (Foto: Diario de jerez)

Manuel Beltrán Pedreira, el hombre tímido que vació Expasa

El directivo Manuel Beltrán, investigado por el caso Mercamadrid, presidió la Yeguada de la Cartuja, ahora deficitaria

Al subdirector general técnico del Canal Isabel II lo va a entrevistar un juez madrileño en los próximos días como investigado -antes imputado- por los acuerdos de transacción y los contratos comprometidos con la empresa Merca Ocio 22 S.L., que habrían supuesto un «importante perjuicio patrimonial» para la empresa pública Mercamadrid y un «enriquecimiento ilícito» para Merca Ocio, dice la denuncia de la Fiscalía. El delito societario se habría producido en el año 2013, cuando Manuel Beltrán Pedreira formaba parte del consejo de administración de Mercamadrid junto a la delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, y Pablo, el hermano de Ignacio González, en Soto del Real por su implicación en el caso Lezo.

La destreza liquidadora del abogado pudo forjarse en Jerez durante su etapa como presidente de Expasa. En 2001, el equipo de Gobierno de José María Aznar le encargó la enajenación de las 20 fincas agropecuarias -incluida la plantilla de 385 trabajadores- que componían la empresa de patrimonio nacional con sede en Madrid y en cuatro años vendió 17 localizaciones del norte al sur español por 70 millones de euros. La proeza la sigue destacando en el perfil de Linkedin. Las otras tres operaciones se enquistaron por los inquilinos que las explotaban. Los fines de semana, el gallego descansaba en el cortijo de la Yeguada de la Cartuja, en el kilómetro 10 de la autovía Jerez-Los Barrios, también propiedad de Expasa, donde disponía de chalé, coche de campo de alta gama y costurera que le rectificaba el largo de los pantalones. El soltero de cuarenta años, amigo de Miguel Arias Cañete y de María José García Pelayo, vencía en Jerez la «insultante timidez», recuerdan quienes le conocieron.

El alto cargo del Estado pudo aprender a montar en los mejores rocines de España y no lo hizo. Es más, «los caballos no le interesaban absolutamente nada» porque su verdadera pasión es el pádel, deporte que perfeccionó y que le permitió amistarse con campeones y grandes figuras de la disciplina que acabaron por abrirle la puerta de la cancha de La Moncloa, donde combatía con el expresidente Aznar en sus años de mandato. Mientras peloteaba, los caballos cartujanos -que hasta entonces se administraban con una pequeña parte de los beneficios del patrimonio agrícola estatal- galopaban por los peores senderos de su historia. El programa de selección de yeguas y sementales se desactivó, la cabaña ganadera se saturó, la elevada consanguinidad se disparó, el precio del ejemplar se hundió y el personal del Hierro del Bocado se plantó cohesionado para protagonizar la primera y única huelga contada en los antiguos establos cartujanos, de más de tres siglos y medio de historia. «Fueron los peores años de la yeguada. No iba ni para adelante ni para atrás. El presidente venía a Jerez a relajarse. Le encantaba», aseguran las mismas fuentes.

Cuando la presidenta elegida por José Luis Rodríguez Zapatero llegó a Expasa encontró una ganadería que se tambaleaba con 400 animales mediocres. Sol Hernández consiguió subastar en un proceso irreversible las tres localizaciones enconadas en Córdoba y Sevilla entre 2005 y 2011 y garantizó la manutención de los caballos centenarios para los siguientes diez años. La Cartuja ya no tiene recursos para financiarse y ha apuntado a la cuenta del Estado el presupuesto de medio millón de euros de 2017. Manuel Beltrán Pedreira inició el vaciado de propiedades de Expasa, como le encargó la política de Aznar, y lo hizo de forma vigorosa porque «como te dejes pisar en el mundo de la política… Estás muerto», reflexionaba en 2009 para El Correo Gallego.

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