Los cabestros toman la alternativa
Nuevos usos en ocio y agricultura impulsan las razas berrendas en riesgo de desaparecer. Paradójicamente, el toro bravo ha perdido un 25% de la población desde 2010
Las poblaciones ganaderas de las razas berrendas en colorado y en negro, catalogadas en peligro de extinción, mantienen desde 2010 una tendencia expansiva. La críanza de las dos estirpes ha aumentado en un 50 por ciento desde 2010, cuando la primera inscribió 4.500 cabezas en todo el territorio y 2.900 la segunda, según el censo del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Por regiones, los mansos marrones se cosolidan en Andalucía y Castilla y León, con poblaciones invariables en torno a los 1.800 y los 1.400 individuos, respectivamente, mientras que en Extremadura la especie se ha triplicado en el mismo periodo, pasando de 500 a 1.500 cabestros. Los berrendos en negro también son más numerosos en todas las comunidades donde se asientan, excepto en Andalucía, que ha perdido doscientos ejemplares de los 1.200 registrados en 2010. Así, en Extremadura hay ahora 13 ganaderías y 910 mansos manchados en blanco y negro, entre toros y vacas, frente a las 635 cabezas de 2010; en Castilla León son 700, casi el doble, y en La Mancha, con 480 en 2010, suben hasta las 545 cabezas, recoge la misma fuente.
El aumento progresivo de las poblaciones de las razas mansas que impresionaron a Sorolla contrasta con la evolución del toro de lidia, cuya población ha descendido en el mismo periodo de tiempo de 251.000 a 199.000 cabezas, lo que supone un 25 por ciento menos. Todas las comunidades productoras de reses bravas -Andalucía, Castilla León, Castilla La Mancha y Madrid- han censado a la baja, aunque es Extremadura la que menos población pierde, pasando de 39.000 toros en 2010 a 32.000 en la actualidad.
El Departamento de Producción Animal de la Universidad de Córdoba ha explicado que el resurgir de aplicaciones relacionadas con el ocio, el cabestreo y la agricultura, para las que el manso castrado está mejor capacitado, está ayudando a sostener los toros rupestres que sobreviven gracias a las ayudas para el desarrollo del mundo rural de la Unión Europea y al romancitismo de los criadores. Al igual que las autóctonas pajuna y cárdena, también en grave regresión, las berrendas son rústicas, con una cabeza de tamaño importante y desarrollo de sus cuernos, de perfil recto y línea dorsal recta. Profundas de costillas y predominio del tercio anterior, como corresponde a una raza de trabajo. «También se usan como razas maternales, mejoradoras de otras razas cárnicas, pero la conformación convierte a los ejemplares castrados en idóneos para el tiro de carretas y el cultivo en áreas de difícil acceso por su fácil manejo, usos que están permitiendo la sostenibilidad de las razas».