La deportista paraecuestre Flore Espina entrenando a Triunfo el miércoles en El Acebuchal, en Vejer.

Flore Espina, sin pierna no hay triunfo

La amazona amputada necesita una prótesis hidráulica para competir en el Campeonato de España con el caballo Triunfo

La vida de Flore Espina (Couvet, 1985) es una carrera de fondo. Con 19 años abandonó las montañas suizas y se independizó en donde pasó veranos infantiles, Conil de la Frontera, con la idea de empezar estudios superiores de Veterinaria que podría costear trabajando como moza de cuadra en su otra pasión: los caballos. El plan universitario se desactivó. Un conductor que se saltó un ceda el paso un día de agosto impactó su vehículo contra el ciclomotor en el que circulaba Flore, causándole una fractura abierta de tibia y peroné en la pierna izquierda.

Esperar demasiado tiempo en la saturada sala de urgencias del Hospital de Puerto Real hizo que la herida se gangrenara. La joven comenzó a debilitarse y sufrió un fallo multiorgánico que la retuvo ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Puerta del Mar de Cádiz cerca de cuarenta días. Cuando despertó de varias cirugías le faltaba media pierna. Tenía 21 años.

Los 365 días siguientes se apoyó en la morfina y dos muletas y tuvo que esperar otro año para liberarse del dolor fantasma, el que punzaba donde no había pierna. El día que la menguada tibia aceptó la prótesis, el cerebro dejó de enviar sufrimiento al muñón. Desde entonces, le duele la espalda, la cadera y la rodilla. Sobre todo, cuando pisa en falso. La pierna ortopédica valorada en 1.800 euros que le reconstruyó la Seguridad Social estaba compuesta de una barra de hierro protegida con espuma y cubierta con una media tupida del color de la carne. Incluía el anclaje y unos pocos recambios de bandas elásticas que disimulaban malamente la fusión. Volvió a andar.

«Era una pata de palo, rígida y sin ninguna prestación. Cada recambio elástico cuesta 180 euros y se necesitan un montón porque se desgastan con frecuencia. Funciona para enfermos concretos, pero para hacer deporte no es. Me ayudó a salir de la depresión. Duró cuatro años y desde que se rompió he ahorrado para pagar las siguientes», recuerda la amazona. Los últimos postizos que ha usado están fuera del alcance de la sanidad pública. Son más caros, ligeros y parecidos a una pierna, aunque ninguno es articulado y las heridas que abren por el rozamiento en la piel amputada se recrudecen en agosto, cuando el cuerpo cambia de volumen. «Tardan en curar, son ampollas muy dolorosas».

La pierna con la que camina actualmente es temporal. Una ortopedia privada le ha prestado un modelo de silicona que impide distinguir cuál es la pierna floja cuando calza las botas de montar. Pero tampoco se dobla en la zancada y resta precisión a los ejercicios de equitación, que exigen bajar el talón para enviar órdenes tan elementales como la impulsión y complejas como apoyos y piruetas en trote y galope.

La atleta tiene que arrimarse a un banco para subir y bajar del caballo cada jornada de entrenamiento. La rigidez del corrector la incapacita para hacerlo de forma autónoma, pues tocar el suelo sin flexión inflamaría aún más ligamentos y articulaciones que estaban sanas. «Estoy escoñá. Llevo años padeciendo dolores y eso que hago deporte. Cuando me bajo del caballo me hago daño y durante todo el proceso previo a montar voy sorteando la irregularidad del suelo porque la prótesis es un bloque que no está diseñado para la torsión lateral», explicó el miércoles después de entrenar al pura raza español Triunfo XVII, con quien quiere competir en el Campeonato de España Paraecuestre de 2019 en la modalidad de doma clásica si para entonces consigue reunir 7.500 euros para comprar una pierna articulada.

Una pierna para toda la vida

La prótesis que aliviaría el dolor físico de la deportista conileña es la islandesa Pro-Flex XC Torsion, de la factoría Ossür. El hueso de fibra de carbono permite correr y hacer senderismo «gracias al sistema de retorno de energía con progresión plantar suave». Una segunda prótesis acuática posibilitaría la ducha de pie y los baños en el mar sin necesidad de tirar a la basura el costoso aparato varios usos después. Ofrece relleno,  cobertura de colores realistas y el dedo primero independizado para usar chanclas. Por supuesto, tiene un tobillo articulado.

«El tobillo es lo que vale más dinero. Solo la cobertura que simula la piel cuesta 600 euros. La pierna terrestre vale 7.500 euros y la acuática, 4.000 euros», calcula. El pasado lunes abrió en redes sociales una exitosa campaña de crowdfunding para recaudar 20.000 euros con los que encargar esta pierna definitiva y sugrafar los gastos iniciales de la competición. Puedes ayudar a Flore entrando en este enlace: Una Pierna Para Toda La Vida.

«La prótesis hidráulica se ajusta mediante un sistema de vacío que la inmoviliza. Es más cómoda, flexible y blanda. Hoy he terminado de trabajar el caballo con la pierna torcida y he perdido el estribo varias veces, un error que se penaliza en la competición. Afortunadamente, Triunfo se da cuenta de lo que pasa y colabora como puede. Cuando le pido ejercicios a la derecha me da mucho más de lo que en realidad le está exigiendo la pierna izquierda».

La ganadera de Yeguada Lancelot, Alicia Prius, tenía domado al enérgico Triunfo XVII (2009) cuando hace unos meses Flore retomó el deporte. Tras siete años estudiando la anatomía de caballos, gatos y perros en la Facultad de Veterinaria de Córdoba ha regresado a La Janda con un título en salud animal y un hijo de cinco años. Prius está colaborando desinteresadamente en el proyecto Una Pierna Para Toda La Vida afrontando la manutención y cuidados del semental tordo. Este desahogo va a permitir a la deportista concentrarse en el entrenamiento para la cita decisiva del Salón Internacional del Caballo de Sevilla. Es el último encuentro oficial para asegurar una de las pocas plazas disponibles para entrar en el Campeonato de España Paraecuestre de 2019, donde otros deportistas con discapacidad exhiben un alto nivel técnico de un deporte a veces considerado ostentoso. Sin embargo, el lujo que Flore se quiere permitir es comprar una pierna para toda la vida.

 

 

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