En Fuengirola rescataron en 2016 a esta yegua moribunda que tenía una soga atada al cuello.

Caballos sin banco malo

Los albergues rescatan caballos abandonados y maltratados con las menguantes donaciones de la gente y la inexistente colaboración institucional. Andalucía lidera el ranking de denuncias

En Reino Unido, estudios científicos han revelado recientemente que seis de cada diez caballos son obesos y que, además, un porcentaje significativo de estos propietarios también lo es. La comunidad ecuestre en España -que tiene censados 250.000 ejemplares, según los datos actuales del Ministerio de Agricultura y Ganadería- aún no ha constatado el número de caballos gordos pero se puede sostener que la mayoría está alimentada, en peso, por encima del peso e incluso con sobrepeso en determinadas razas. Hoy hablamos de la minoría, de los que no comen o lo hacen de vez en cuando. El número de flacos enfermos tampoco se sabe con exactitud pero en los refugios privados de Cataluña y Andalucía los anoréxicos siguen entrando en manada desde que el sistema financiero se desintegrara hace diez años.

Los datos aportados por el Seprona el pasado mes de diciembre recogen más de veinte denuncias por maltrato o abandono animal en todo el territorio, una cifra ligeramente superior a 2015 e inferior a 2014, cuando se contaron 15 casos. Andalucía suspende. En los tres últimos años han crecido de seis a ocho los delitos y la lista la encabeza la provincia de Huelva, con tres intervenciones en explotaciones donde se aplicaban diferentes modos de maltrato animal. Lo que no llega a ser delito es infracción administrativa y está clasificado en el epígrafe de sanidad animal. Hay cientos. Casi todas las sentencias judiciales acabaron en multas económicas de unos mil euros y la inhabilitación por unos años. Con todo, el alférez Luis Fernando Solanas, de la jefatura del Seprona, es positivo: “Consideramos que se ha avanzado en el tema de la concienciación ciudadana relacionada con los delitos medioambientales. Existe a día de hoy una percepción más cercana por parte del ciudadano aunque aún nos queda camino por recorrer”.

 

La yegua Chiara, una de las protagonistas que el refugio catalán ADE exhibe en Facebook. La protectora de Barcelona acude al rescate de anoréxicos desde que empezó la crisis en 2007.

El refugio equino CYD Santa María (Alhaurín de la Torre, Málaga), sin embargo, no lo ve así. Hace meses que ha superado los límites de las posibilidades. En las tres hectáreas del centro podrían recuperarse cómodamente 120 animales pero hay 60. Y algo parecido a una lista de espera. “No tenemos dinero para más. Y si tuviéramos el centro lleno seguirían faltando refugios en Andalucía para hacer frente a la realidad”. Virginia Márquez es una de las dos cuidadoras de Santa María, la que toma la siniestra decisión de denegar más entradas a individuos con la caña rota o con infosura: “Ayudamos a morir a caballos que están agonizando en el exterior porque esto (el albergue) se ha convertido en un santuario de caballos recuperados que no encuentran un hogar fácilmente porque son mayores. Tenemos una situación muy complicada. Por una parte, la falta de adopciones; por otra, nuestra situación económica, que es desesperada porque las instituciones están desentendidas en lo económico, en lo humano y en lo material y los donativos cada vez son más difícil de conseguir. Con suerte, podemos ir ocupando las plazas de los que nos dejan, lo que supone un 10 por ciento al año”.

El pasado mes de noviembre llegó al refugio Angelito. Es el único superviviente de cuatro caballos que fueron mulas durante meses. A todos les reventó en el intestino la droga que les introdujeron por el recto. Salvarse de un cólico severo lo convirtió en un héroe porque también sobrevivió a convulsiones y fiebres. Al superviviente ya no le duele nada y trota orgulloso por el centro de rehabilitación mientras espera a un amo que lo quiera también para ajustarle la cincha.
En invierno las urgencias se suceden, aunque también en verano, por el calor y las heridas con moscas. “Y tampoco hay que olvidar la primavera, con las romerías y las ferias”, añade el refugio malagueño. El barro, el frío y, sobre todo, la escasez de alimento amplifican el maltrato. Biznaga se vio involucrada en serios problemas cuando la atacaron otros animales hambrientos. La yegua estaba olvidada en una montaña embarrada de la provincia de Málaga cuando perdió el equilibrio y cayó. Cedió a la gravedad por debilidad y ceguera y casi se la comen. “Ahora está tranquila y sana aunque sigue ciega”.

“Ayudamos a morir a caballos que están agonizando en el exterior porque en el albergue no caben más. Nuestra situación es complicada y desesperada porque faltan adopciones y donaciones. Las instituciones están desentendidas del problema en lo económico, en lo humano y en lo material»

El primer motivo por el que un caballo acaba siendo abandonado o maltratado es porque su naturaleza no es violenta. No se puede defender. Relinchar es alegría o cortejo, así es que el dolor se reprime. Ante una situación de miedo, peligro o supervivencia solo cabe la huida. ¡Correr! Lo que parece imposible hacer atado con una soga al cuello o encerrado entre paredes, como le ocurrió a Aquiles, el caballo que perdió la masa muscular, la movilidad y la mirada después de permanecer encerrado en un torreón pequeño y oscuro sin comida ni agua. A continuación, se alinean otros factores. El propietario no pertenece a ningún estrato social o económico concreto. “Puede ser una familia de clase media que le sobra el caballo de la hija y no hay manera de venderlo porque arrastra lesiones de tanto oxer y muchos años; puede ser un vecino agresivo, reincidente y con una economía poco saneada; un empresario que se arruinó o uno que no lo está y se ha cansado de mantener un caballo que ya no monta. Ah, y también políticos”, recuerda el refugio andaluz. El último político denunciado por maltrato animal enterró vivo al caballo en una zanja muy profunda. Ocurrió el pasado 5 de diciembre en Almería. El animal se ha recuperado, ha informado el Seprona, que volvió a movilizarse días después hasta una yeguada de Caudete, en Elche, donde encontraron a 57 ejemplares de pura raza española adultos, 7 potros de más de un año y 15 potros más pequeños con síntomas evidentes de desnutrición y falta de desarrollo. El ciudadano tiene 61 años, se llama M.M.C. y es de Petrer, según los datos de la Oficina Comarcal Agraria de Almansa.

Maltrato animal y abandono. Yeguada intervenida por la Guardia Civil en Elche con 79 individuos, entre yeguas, potros y sementales
La Guardia Civil está investigando a un vecino de Elche por abandonar a estas yeguas y a otros setenta caballos más. Cuando intervino el Seprona el 28 de diciembre de 2016, todos estaban hambrientos.

Una vez se ha materializado el abandono, es decir, el caballo, el burro o el poni está en huelga de hambre y sed involuntaria, las posibilidades de posponer la cita con la muerte empiezan a caer. Si el animal no está expuesto acabará devorado por el hambre. Si lo está, se podría leer el microchip y denunciar al propietario pero el sistema de control electrónico es una obligación relativamente moderna y los équidos rescatados suelen ser individuos de veinte años en adelante que no aparecen en ningún censo. Son invisibles para el sistema. Aún así, hay manera de hacerlo. Los refugios españoles denunciaron ante el Seprona la mayor parte de los casos de maltrato o abandono que se registraron en 2016 a pesar de que muy pocos expedientes acabarán con un golpe de maza: “No tenemos dinero para pagar abogados durante los procesos, que además son lentos”, dice Virginia.

Angelito es el único superviviente de una gamberrada que consistió en pasar droga dentro del cuerpo de varios caballos. Le introdujeron varios kilos de hachís por el recto. Se ha recuperado en el albergue malagueño y ahora espera un nuevo amo que no llega

El resto de la sociedad también toma la iniciativa de comunicar un posible caso de maltrato animal o abandono pero utiliza otros caminos. Un perfil mayoritario de propietario acostumbra a vivir en pequeños núcleos de población rural. Rodeado de vecinos, así que muy pocos acaban en el cuartel de la Guardia Civil: “Nadie quiere ser testigo en un juicio. Hay dueños agresivos y violentos Y además, las sentencias que dicta la ley no sirven de nada”, recuerda el refugio andaluz. La mayoría acaba llamando a un albergue. El Seprona, por su parte, también pide ayuda a un albergue. “Deben confiar más en nosotros que en las instituciones”. Y los albergues, finalmente, piden la ayuda -el dinero- a la gente para poder continuar. El de Málaga suma cerca de trescientos socios o amigos, según se mire, porque solo unos veinte envían dinero o material puntualmente. Un caballo consume entre 100 y 200 euros al mes.

Aquiles se recuperó de una lesión que parecía imborrable. El rescate lo asumió ADE, el centro de acogida de Barcelona.

Maltrato y abandono animal

El artículo 337 del Código Penal castiga el maltrato con tres meses y un día de cárcel y la inhabilitación de un año a quien “por cualquier medio o procedimiento maltrate injustificadamente a un animal, causándole lesiones que menoscaben gravemente su salud o sometiéndole a explotación sexual”. La pena se impondrá en su mitad superior “si se han usado armas u objetos, métodos o formas peligrosas para la vida del animal, si hubo ensañamiento, pérdida de órganos, miembros o sentidos o si fue hecho en presencia de un menor”. En el peor de los casos, muerto el animal, el castigo será de un año y medio de prisión y cuatro años de inhabilitación.

Y el 337 bis castiga el abandono: “El que abandone a un animal doméstico o amansado en condiciones en que pueda peligrar su vida o integridad será castigado con una pena de multa de uno a seis meses. Asimismo, el juez podrá imponer la pena de inhabilitación especial de tres meses a un año para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales y para la tenencia de animales”. Para los albergues, estos enunciados jurídicos son imprecisos. El abandono o el maltrato animal se ve y no se ve. «Cualquiera que va al trabajo cada día en coche puede ver al mismo caballo atado con una cuerda o trabado de las manos en un prado, solo, cada día. Comiendo unas briznitas de hierba. Y pensaremos que está comiendo plácidamente pero no es así. Está falto de libertad y de todo lo esencial. Para nosotras eso es maltrato», explica Virginia.

«El setenta por ciento de los rescatados pasa directamente por el hospital porque arrastran lesiones, deshidratación y falta de apetito. Un veinte por ciento no necesita ingreso hospitalario y el otro diez por ciento, muere»

Paralelamente, cada comunidad autónoma ha añadido un anexo propio a la ley y todas han convertido a los ayuntamientos en responsables de recoger, alojar y recuperar los niveles saludables de los animales abandonados. No hay municipio que lo haga. No hay banco malo para ellos. Y es una opción si se han establecido conciertos con entidades colaboradoras (protectoras, albergues o centros de recogida) o mancomunado el servicio con otras administraciones. Pero tampoco. «Prefiero no hablar del Ayuntamiento y los concejales. Nuestros ingresos y colaboraciones llega íntegramente de nuestro bolsillo y el de la gente».

Así encontraron a Trini el pasado verano en la provincia de Málaga.

En Cataluña también hay abandono y tres refugios mayoritarios. Todos están promovidos por personas altruistas. En la protectora de caballos ADE, en la provincia de Barcelona, las cifras también son muy locas. Hace dos meses han estrenado un segundo centro que triplica la capacidad del primero. Ahora tienen a 60 ejemplares repartidos por los dos albergues y centros hípicos donde pagan por vivir dignamente. En las nuevas instalaciones -financiadas por un banco porque la familia agotó los recursos económicos propios en la construcción y actividad del primer centro- se recupera una treintena de individuos. Casi todos son caballos y yeguas pero también hay ponis y burros que acumulan una media de 20 años de edad (80 años humanos). Son ancianos a los que rescataron lesionados o con caquexia. Anorexia. En una pradera mediana está Tenor, que permaneció atado a un árbol no se sabe cuánto tiempo por tener una cadera deforme. La otra es Lola, una súper célula de cuarenta años que fue abandonada por vejestorio y recogida de la casa de acogida también por vieja. Frida es hoy una poni muy gorda a pesar de que no hace tanto fue salvada del desprecio de un vecino reincidente de Barcelona. Si se mira para otro lado, hay más praderas con caballos de pasados repetidos.

Aldo Alcaraz es el hijo y la mitad del equipo. La madre fue la que invirtió el capital en salvar vidas hace quince años y ahora gestionan dos refugios ruinosos con la ayuda del banco, trescientos socios y diez voluntarios. Él es el que contesta al teléfono de urgencias. Lo hace unas cuatro veces al mes. “El problema sigue existiendo pero el flujo de ingresos de animales se ha estabilizado desde 2008. En los tres años anteriores sufrimos un auge espectacular de rescates pero desde entonces contabilizamos alrededor de cuarenta entradas al año”.
El rescate es el último paso de un protocolo que se activa cuando el resultado del trabajo de campo es positivo por negativo. “Cuando un ciudadano contacta con nosotros para denunciar un posible caso hacemos una valoración y seguimiento del animal hasta que nos aseguramos que podemos intervenir. Normalmente, cuando lo hacemos es ya cuestión de vida digna o muerte digna. El setenta por ciento de los rescatados pasan directamente por el hospital porque arrastran lesiones, deshidratación y, en su mayoría, anorexia. Falta de apetito”. Cuatro se rinden. Es un diez por ciento de los rescatados. Otro quince por ciento lo supera y empieza una segunda familia y el resto ya es fijo. “Nadie los quiere, tampoco los ayuntamientos”. Están fosilizados.

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Un comentario sobre “Caballos sin banco malo

  • el 14 febrero, 2017 a las 19:08
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    Me llamo Pedro, soy voluntario del CYD Santa María y quiero agradecerles que se interesen por contar lo que está ocurriendo con los caballos. Yo antes no podía creer que se maltratara a un caballo, pero lo que llevo visto en el CYD me ha cambiado el pensamiento para siempre, el caballo se hace un hueco en tu corazón y aprendes mucho de su capacidad de amor, juego, y lealtad.

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