Santiago recibió a cinco mil caballos en seis años
Perfil del jinete peregrino: mujer mayor de 50 años de la nobleza, de Hollywood y monjas de todo el mundo. También El Chapo Guzmán, templarios, millonarios de Sudamérica y familias normales
Cuando Marcelino Pumar decidió hacer el Camino de Santiago a caballo tuvo que explorar primero el itinerario en coche, pedir alojamiento a los sacristanes de los pueblos, lentejas que comer a las vecinas, contar kilómetros, buscar herradores, agua, praderas cercanas a la ruta… Abrir el camino como un caballero templario del siglo XII. En esa cruzada continua casi treinta años después a base de aguante, afición y quizás fe.
España, con una de las peregrinaciones cristianas más multitudinarias del mundo, carece todavía de servicios para ir a Santiago a caballo. Aún así, en los últimos seis años lo han cabalgado más de 5.000 jinetes (5.016), sobre todo mujeres de más de cincuenta años, entre ellas Shirley Maclaine, reverendas de los cinco continentes, nobleza mundial y mujeres más normales de aquí y de Australia, Francia, Reino Unido, Ecuador o Canadá. Pero también El Chapo Guzmán, caballeros de órdenes militares y templarios del siglo XX. A la disparatada caballería la ha guiado Marcelino desde su centro ecuestre de Pontevedra, que se llama simplemente Camino a Caballo.
Los datos aportados por la Oficina del Apóstol señalan que de los 277.000 peregrinos que en 2016 sellaron la Compostela (pasaporte que acredita la peregrinación a la tumba de Santiago), el noventa por ciento llegó a pie, después de haber recorrido una parte del camino, al menos cien kilómetros. Así lo quiere el Apóstol. Un diez por ciento lo hizo en bici y 342 (el 0,12 por ciento) peregrinos lo hicieron a caballo sobre todo por algún tramo del camino Francés, el más transitado y largo. En 2010 fueron 1.229 caballistas, 1.520 en 2014 y 977 en 2013. A veinte o treinta kilómetros por jornada. Podrían ser más pero no hay jinete sin fe que lo soporte. El nombre de uno de los últimos pueblos del Camino, cerca de Santiago, lo deja claro: Boimorto.
«En torno al camino hay mundos de piedra parlante, fortalezas medievales con pasadizos que conducen a ríos, pueblos donde parece que no ha pasado el tiempo, templos románicos, castillos, espacios animales, cuencas fluviales y lagunas tal y como lo conocieron los primeros peregrinos»
Para Jacobo, es lo mismo ir a pie que a caballo. Cien kilómetros si se busca su bendición. La bici es una novedad. Para el ciclista son 200. En los últimos treinta años, los siete caminos que mueren en la plaza del Obradoiro arrojan peregrinos variopintos que esperan encontrar lo que buscan: unos, la respuesta del Apóstol y otros, la de ellos mismos. Todos podrán contarlo y enseñar la credencial, que es solemne: «El cabildo de esta santa apostólica y metropolitana iglesia catedral compostelana custodio del sello del Altar de Santiago Apóstol, a todos los fieles y peregrinos que llegan desde cualquier parte del orbe de la tierra con actitud de devoción o por causa de voto o promesa peregrinen hasta la tumba del apóstol, nuestro patrón y protector de las Españas, acredita ante todos los que observen este documento que el peregrino ha visitado devotamente este sacratísimo templo con sentido cristiano».
El peregrino que cabalga nunca va solo; «eso no es posible». El camino no está preparado. No hay albergues donde alojar animales y todos no son senderos alternativos. Hay tramos donde el caballo avanza por arcenes de estrechas carreteras y otros donde surgen más problemas. Marcelino tiene su organización particular. «Hay que contar con un coche de apoyo que asista con la comida de los caballos, material de repuesto, agua… Hay muchas dificultades para hacerlo sin un plan». Entonces la expedición se prepara en Navarra, el punto de partida del camino Francés. Son 30 jornadas de ruta, a trescientos euros por día. Un palizón que no se olvida. «El Camino es bonito a pie, en bici o en barco de vela pero a caballo se consigue una perspectiva que no se alcanza de otro modo. Solo exige saber un mínimo, lo básico, todo lo demás es disfrutar de unos paisajes únicos y una experiencia en grupo extraordinaria». En el diario de un peregrino a caballo no se cuentan todas las experiencias. Algunas se descubren en el trayecto. El cuaderno de Marcelino parece pertenecer al realismo mágico pero es la realidad sin magia: «En torno a él hay mundos de piedra parlante, fortalezas medievales con pasadizos que conducen a ríos, pueblos donde parece que no ha pasado el tiempo, templos románicos, castillos, espacios animales, cuencas fluviales y lagunas tal y como lo conocieron los primeros peregrinos».
Los jinetes tienen que cabalgar un mínimo de cien kilómetros para sellar la Compostela, igual que a pie. El ciclista necesita recorrer doscientos para convencer al Apóstol
Jesús Muiños también es guía. Sus instalaciones de Pontevedra han visto de todo. Hace tres años casi santifican al caballo que llevó a una monja muy oronda durante 29 jornadas y media hasta los pies de Santiago. La muy creyente resistió. El animal también. «Yo estuve temiendo lo peor, sobre todo los últimos días de trayecto, que ya daba muestras de debilidad. Esta mujer no aguanta, pensaba cada vez que la veía». Eligió el camino Francés para demostrar su devoción y a punto estuvo de pensar que la nieve en León no era bonita y que los caminos del Señor eran, en realidad, inescrutables calvarios.
El camino Francés entra en España, tras cruzar los Pirineos, por Roncesvalles, cruza la ciudad de Pamplona y se une con el aragonés en Puente la Reina. Desde ahí, la ruta mantiene un único itinerario que atraviesa Estella, Logroño, Burgos, Carrión de los Condes, Sahún, León, Astorga, Ponferrada o Villafranca del Bierzo. Es el más demandado por los usuarios internacionales, que son en la actualidad la mayoría. «Hasta hace unos años, prácticamente el cien por cien de los jinetes eran peregrinos españoles pero desde que empezó la crisis la tendencia ha dado la vuelta. El peregrino ahora viene de Estados Unidos, Nueva Zelanda o Japón y quiere hacer un mes de cabalgata, por eso elige el camino Francés».
Desde el sur también hay trecho. Es el camino de La Plata pero no está promocionado. «Los peregrinos que vienen de Sevilla o Badajoz comienzan la ruta más arriba, donde restan cien o doscientos kilómetros a Santiago». Los grupos de caminosantiagoacaballo.com no son inferiores a cuatro jinetes ni superiores a veinte. Los caballos duermen en sus propios boxes portátiles que transporta el equipo de apoyo hasta el lugar que se elige de acampada. Cada día durante un mes. «No hay camino para la paz. La paz es el camino». Es la palabra de Jesús, de Jesús Muiños.