Imagen del vídeo sobre hidroterapia con caballos grabado en el cabo de Trafalgar el pasado domingo. (Vídeo: Horse Press)

Spirit salvaje en el Atlántico (Vídeo)

Los caballos que nadan en el mar son más fuertes, sanos y seguros de sí mismos. En Andalucía los baña Luis Ortega, que propone hidroterapia con caballos en el escenario bélico del almirante Nelson

Spirit trabajaba en una pista de doma y Luis pensó que la natación lo relajaría. Acertó. El caballo abrió los ojos clamando vida cuando vio el mar por primera vez y quiso huir hacia la arena seca cuando las olas desparramaron espuma blanca delante de sus aplomos. La sangre caliente árabe y lusitana que galopa por sus venas se enfría en cada brazada y se relaja nadando los días que no ensaya el show de doma sin montura. Cuando el bayo se sumerge enseña los dientes sonriendo y arruga la nariz para que el agua salada no acceda por los ollares con un oxígeno rico en ozono. Su flotabilidad genética se activa automática al perder el contacto con el suelo arenoso y rocoso y remolca con ímpetu a Verónica, que viste biquini y sujeta con firmeza la crin cuando el líquido la desconecta de la piel del caballo: «Esto es lo mejor del mundo. Me arrastra como un cebo. Es una sensación completamente natural», describe la bañista después de la experiencia mientras el castrado busca un terrón cálido en el que revolcarse tras batallar en las aguas del cabo de Trafalgar, donde el imperio británico convirtió a Horatio Nelson en héroe nacional.

Los caballos, con una masa corporal de entre 400 y 600 kilos, saben nadar y lo hacen muy bien. En estado salvaje, la natación es un recurso de supervivencia innato. Los mustang americanos cruzan los ríos en busca de alimento o para huir de los depredadores y los caballos domesticados lo hacen para regenerar tejidos musculares y articulaciones lesionadas, aumentar la resistencia física o relajarse del estrés deportivo diario. Cualquier amante de la aventura y la naturaleza puede sentir la experiencia de dejarse arrastrar en mar abierto por el instinto de supervivencia de estos poderosos animales sin necesidad de ser un buen jinete. Ni siquiera de ser un jinete. Las extremidades del caballo se desarrollaron para correr y no para nadar, pero se desenvuelven en este medio sin dificultad, como los perros.

Las primeras piscinas para caballos lesionados las inventaron los americanos hace unos años para cumplir con la más novedosa (o antigua) recomendación veterinaria, que indica que la natación es la mejor fórmula para regenerar tendones fracturados, articulaciones inflamadas, tonificar la musculatura, aumentar la capacidad pulmonar e incluso salvar espíritus estresados: «Nadar es una medicina antigua, natural y muy completa. No sólo ayuda a la curación de problemas musculares y articulares; además, mejora la resistencia del caballo, lo relaja y lo convierte en un animal fuerte y seguro de sí mismo», sostiene Luis Ortega, el único desbravador de caballos de Andalucía que incluye la hidroterapia en su modelo de adiestramiento. Lo hace en la bahía que protegen Los Caños de Meca, donde el agua es un cristal de sal y yodo que desinfecta y protege la epidermis del caballo.

Las sesiones de natación tienen una duración que varía entre uno y cuatro minutos, según el estado de forma. El caballo entra en el mar con el adiestrador, que lo guía con la única ayuda de un ramal de más de dos metros de longitud atado a una cabezada de nylon. Una vez ha perdido pie, Luis Ortega lo hace nadar hacia un lado y a otro de la playa en un agua fría que se mueve enérgica con la fuerza de los dos mares del Estrecho. La terapia consta de tres o cuatro ciclos separados por entre diez y quince minutos de descanso, tiempo en el que el paciente recupera el ritmo cardíaco -que debe bajar a 60 latidos- y la moral, que la envuelve en agradables echadas sobre arena seca y templada. «La natación es un complemento de la doma que aplicamos hasta tres días a la semana. En un mes y medio de terapia los resultados son evidentes en caballos lesionados y es una práctica recomendable en cualquier caso desde que el caballo es un potro sano», explica el experto.

Los efectos beneficiosos en los sistemas cardiovascular y respiratorio del caballo aparecen en la orilla. El corazón bombea con fuerza, el torrente sanguíneo aumenta la velocidad y el oxígeno purifica hasta la última célula de su metabolismo. Todo esto continúa en un contexto ingrávido. El agua crea un rozamiento mayor que el aire pero a cambio elimina la fuerza de la gravedad con la que las articulaciones enfermas impactan en el suelo en cada pisada: «Es un ejercicio aeróbico que tiene múltiples beneficios para el caballo y el humano, con estructuras musculares parecidas. Es un ejercicio de rehabilitación y de unión entre los dos seres. La técnica india del join up llevada al máximo», concluye.

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Un comentario sobre “Spirit salvaje en el Atlántico (Vídeo)

  • el 9 junio, 2017 a las 10:03
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    Ese escenario no es del almirante Nelson, sino de los 1022 españoles que dejaron allí su vida.

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