Ainhoa Saadeen deja el alma en Jerez
El pura raza árabe nacido en Francia impacta en la Feria del Caballo y se convierte en Campeón de Campeones 2017 por derecho genético
El criador de Ainhoa Saadeen, el francés Jean Marc Valerio, de Haras Ainhoa Arabians, escribe esto sobre el caballo árabe: «En el ojo de un árabe, todo el amor, la ternura del mundo, toda la inteligencia, todo el fuego del guerrero en el desierto. El ojo del árabe es grande, redondo, abultado y con una punta para la lágrima. El ojo sabe mirar al horizonte. Es el espejo del alma. ¿Va a tener alma mi árabe?». Sí, la tiene, y esta mañana se le ha escapado de la materia para impactar contra todo ser sintiente presente en la pista del campeonato ganadero Equisur.
El espectacular semental alazán es un profesional de la exhibición. Le acompaña un batallón de fans corporativos vestidos de fucsia, el color de La Avutarda, la yeguada titular del campeón. Ha paseado el tipazo por los salones más prestigiosos de Europa desde que es un potranco. París, Bélgica y Alemania han reconocido que al ejemplar de 11 años hay que admitirlo como concepto de perfección y Jerez debía dar su opinión. El caballazo ha entrado por la puerta grande del Depósito de Sementales para recoger un premio que se merece por imperativo genético. Si trepamos en el árbol genealógico del ganador, llegamos al viaje que hicieron los Valerio a la Yeguada Militar de Jerez en los años sesenta en busca de la punta de ganado más adecuada para los ejemplares que encontraron en las praderas de Mari Paz Murga. Y allí, en esas ramas genéticas, se leen estos nombres: Galero, Ursus o el gran Garbo, el caballo bailarín.
Ainhoa Saadeen ha sido rejoneador con Diego Ventura, ha hecho doma clásica como un deportista hannoveriano y se vuelve sobre los pies vaqueros como un electrón acelerado. Los jueces lo han remarcado sobre el resto. Lo intentó en 2016, cuando no se exigía doma montada, y no pudo con el bellezón propuesto por Pedro Afán de Rivera, que ganó finalmente el campeonato de la raza árabe en la pasada edición. El fabuloso trote en suspensión que naturalmente le sale del tuétano al encendido caballo de Sanlúcar de Barrameda, su ciudad actual, dejó hecho unos cromos a las otras opciones presentadas: un pura raza española que no convenció, un angloárabe de largo pataje y frío en la pierna del jinete y la jerezana opción de Felipe y Tomás Morenés, el hispanoárabe Cautivo, serio y completo, que pudo haber ganado el campeonato de no haberse cruzado con un caballo árabe con alma de guerrero.